¿Cuántos productos dominicanos tienen denominación de origen?

¿Cuántos productos dominicanos tienen denominación de origen?

En República Dominicana, la protección del origen de productos icónicos como el café, el ron o incluso el larimar se ha convertido en una herramienta estratégica para competir en mercados internacionales cada vez más exigentes con la calidad y la autenticidad. Aunque poco se habla de este tema, la denominación de origen (DO) es hoy un sello legal que certifica la identidad de un producto y lo blinda frente a imitaciones.

¿Pero qué significa realmente tener una denominación de origen? A grandes rasgos, implica que un producto está vinculado de forma directa con las condiciones geográficas, climáticas y culturales de una región específica. Es decir, su sabor, textura, aroma o incluso su valor simbólico no pueden separarse del lugar donde se produce. Por eso, la miel de Bavaro no es igual a la de Jarabacoa, y un tabaco dominicano reconocido no puede ser replicado sin respetar su zona y métodos tradicionales.

El respaldo de un registro internacional

Cuando un país logra registrar internacionalmente una denominación de origen, ese producto y su nombre quedan protegidos legalmente en otros mercados. Eso significa que ninguna empresa en otro país puede vender un café con el nombre “Valdesia” si no proviene de esas montañas del sur dominicano, ni un ron con sello dominicano sin cumplir los estándares.

Este proceso se gestiona bajo acuerdos como el Sistema de Lisboa, administrado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). La principal ventaja es la facilidad para proteger un producto en varios países a la vez, sin tener que registrar marca por marca en cada mercado de exportación. Para los productores locales, esto se traduce en acceso a clientes dispuestos a pagar más por calidad y origen verificado, una mayor reputación y barreras contra imitaciones que suelen inundar mercados menos regulados.

¿Cuáles productos dominicanos tienen DO?

Aunque la figura de la DO aún es incipiente en el país, algunos productos dominicanos ya ostentan este sello oficial. De acuerdo con la Oficina Nacional de la Propiedad Industrial (ONAPI), seis denominaciones de origen nacionales y cuatro indicaciones geográficas están registradas formalmente. Entre ellas, tres destacan por su relevancia: el café de Valdesia, el ron dominicano y el larimar de Barahona.

El café de Valdesia fue pionero en abrir el camino. Registrado en 2010, no solo fue la primera DO local, sino que se convirtió en el único café del mundo con Denominación de Origen Protegida dentro de la Unión Europea. Cultivado entre Peravia, San Cristóbal y Azua, su distintivo sabor se atribuye a la altitud, la humedad y las técnicas tradicionales que combinan conocimiento indígena y prácticas de agricultores locales. Para muchos productores, este registro fue clave para entrar a mercados donde el consumidor paga más por calidad certificada.

Por su parte, el ron dominicano recibió oficialmente su denominación de origen en 2019, un paso trascendental para blindar la identidad de una bebida que se vende como embajadora del Caribe. Cuatro empresas productoras fueron reconocidas bajo un reglamento que fija estándares sobre el proceso de destilación, añejamiento y embotellado, asegurando que la etiqueta “Ron Dominicano” no se convierta en un término genérico sin control de calidad.

Otro caso simbólico es el del larimar, piedra semipreciosa única de Barahona. Recientemente, esta gema azul logró inscripción internacional como denominación de origen, extendiendo su protección a 28 países miembros del Arreglo de Lisboa. Para artesanos y mineros locales, este respaldo busca evitar exportaciones ilegales y copias sin trazabilidad, además de reforzar su valor como recurso turístico y cultural.

Más allá de la DO: ¿Qué viene para otros productos?

Además de estos casos, la ONAPI confirma que existen indicaciones geográficas vigentes para el cacao dominicano y los cigarros, productos reconocidos por su reputación en mercados exigentes como Europa y Estados Unidos. Sin embargo, expertos coinciden en que aún falta mucho trabajo para ampliar la lista y educar a los productores sobre los beneficios de certificar sus marcas y procesos.

En un país con vasta riqueza agrícola y artesanal, la expansión de las denominaciones de origen podría consolidarse como herramienta para diferenciarse y competir. Hoy más que nunca, la procedencia cuenta. Y sellarla con un aval internacional puede significar la diferencia entre vender a granel o exportar a un mercado premium que paga por historia, tradición y calidad.

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