
Mucho amor, buena alimentación y un fuerte lazo familiar, las claves de Lorenza para la longevidad
- 2025-09-11
- Autor: Carolina Cueva
– Tiene 12 hijos, 47 nietos, 81 bisnietos y 40 tataranietos.
– Es la centenaria con más descendientes vivos que ha visto nacer en la República Dominicana.
Santo Domingo. De rostro cálido, mirada profunda y una sonrisa afable, a pesar de tener una voz ya desgastada por el tiempo, con firmeza y serenidad declara con orgullo: “Mi nombre es Lorenza Hiraldo, cumplí 100 años, gracias al Señor, el día 10 de septiembre”.
Lorenza nació en 1925 en un pueblo de Puerto Plata llamado La Travesá. Allí vivió con su familia poco tiempo.
Aunque afirma que tuvo una buena infancia y juventud, a la corta edad de un año, perdió a su padre Ángel Almonte, quien falleció, y creció junto a su madre Esperanza Hiraldo y sus siete hermanos, cerca de otros cuatro hermanos de padre, con quienes era muy unida.
“Esa me ponía a cocinar y se sentaba ahí para ver cómo yo cocinaba… Esa era mi mamá y mi profesora”, recuerda Lorenza con una risa contagiosa al referirse a su madre.
De ella aprendió todo lo que pudo ser y hacer en la vida, antes de casarse. Y pese a que no pudo ir al colegio y aprendió ¨un poco de letras¨ después de grande, Lorenza dice sentirse agradecida por las enseñanzas, sobre todo en valores, que le fueron dadas por su progenitora.
“Ella me dio buena educación, me enseñó a trabajar desde chiquita. Yo le doy gracias a Dios que ella me enseñó a mantenerme con el sudor de mi frente para que no me diera envidia que otros tuvieran. Y así yo enseñé a mis hijos, a que trabajaran para mantenerse, pero que no me le hicieran daño a nadie”, expresa la centenaria orgullosa de su descendencia.

Un legado de amor y lazos familiares fuertes
Se casó a los 15 años con Antonio Almonte Minaya, quien se dedicaba a la agricultura y la crianza de animales. Con él procreó 18 hijos, 12 de ellos crecieron para abonar un árbol genealógico grande y robusto que le ha permitido conocer 47 nietos, 81 bisnietos y 40 tataranietos.
Lorenza es la persona viva en República Dominicana que ha visto nacer más descendientes. Ella ha dado la bendición a 185 parientes, y asegura que debe de conocer a más antes de morirse.
Con la tranquilidad que solo la experiencia a través de los años puede dar, Lorenza narra que su primer hijo lo tuvo a los 16 años.
“Y de ahí para adelante comencé a tener y me decían que yo no dejaba que ese hombre (su esposo) comprara calzoncillos y yo les decía ustedes no lo ven andar desnudo. Ni yo le estoy pariendo a otro para que él me mantenga. Díganle a él que no tenga más hijos conmigo. Y él decía, «Pero que no se metan, si el que te está manteniendo soy yo»”.
En la forma en que se expresa de su esposo y de la familia de él, da a entender que tuvo una buena vida. “Toda la familia de mi esposo me apoyaban. Yo era feliz con toda la familia de él. Todavía de los ramazones que quedan vivos me siguen buscando”.
Considera que su felicidad se debe a dos razones fundamentales: una, que su padre le “heredó el don” de una buena y gran familia al morirse. Y la segunda razón es que desde pequeña ha hecho el bien, no importa qué y sin mirar a quién.

“Desde que yo era chiquita, no pueden decirle que tengo una persona que no sea amiga mía. Yo en mi juventud lo encontré todo bonito, porque como yo no le hacía mal a nadie, toda la gente a donde yo nací y a donde he llegado a vivir están a favor mío”.
Tras la muerte de su marido, y la independencia de sus vástagos, se quedó sola en Puerto Plata, por lo que en 2009 se trasladó a la capital para estar más cerca de la familia.
Fiel creyente cristiana, pone la familia en el centro de todo, agradece por cada uno de ellos, por la educación de hogar que pudo darles, y aunque ella no tuvo educación formal, una buena parte de su linaje han llegado a convertirse en ingenieros, médicos, enfermeras, contador, abogados, profesores, publicistas, periodistas, psicólogos, oftalmólogos y administradores de empresas.
“Yo he llenado el pueblo. Si hubiera sido en otro país, me estuviera manteniendo el Gobierno, los hijos no me tuvieran que mantener, porque ya yo le están dando producto ahí fuera”, se mofa Lorenza con su particular sentido del humor.
100 años viviendo la historia dominicana
En sus cien años el país ha visto pasar 28 presidentes constitucionales, provisionales o de facto, varios han gobernado por más de una vez, la muerte de un tirano, un golpe de Estado, una invasión norteamericana, ciclones y hasta un terremoto en 1946.
Sin embargo hay dos hechos que recuerda con precisión.
Con relación a la dictadura de Rafael L. Trujillo, Lorenza explica que el que la sabía llevar, no pasaba trabajo. “Lo que a él no le gustaba, no hacérselo, y uno vivía tranquilo en su casa. Si el esposo mío no tenía los tres golpes, no podía salir a la calle porque si la guardia lo hallaba sin eso se lo llevaban”
“Usted no conoció lo que fueron los tres golpes” dice aventajada por su experiencia de vida, y argumenta: “La cédula, un carnet y una palmita en una tarjetica, esos eran los tres golpes, y si la policía le pedía eso a usted y no lo tenía se lo llevaban”.
Un hecho que la marcó fue el terremoto del 4 de agosto de 1946 que se registró en Samaná con una magnitud de 8.0. Cuatro días después del sismo hubo una réplica de 7.6. Alrededor de 100 personas perdieron la vida y otras 20,000 quedaron sin hogar.
Con relación al temblor de tierra, Lorenza narra con seriedad y muy pensativa que cuando ocurrió estaba en su casa con sus dos primeros hijos, y al recordar lo vivido solo agradeció a Dios por protegerlos en ese momento de pánico e incertidumbre.
“Yo no conocía eso, tenía dos niños. Tenía uno así y otra (señalando la estatura de sus hijos), y veo que se está cayendo una mata, y yo estoy debajo de la mata cogiendo fresco, y así veo que las matas siguen cayéndose. El más chiquito lo cogía en los brazos y la otra me la eché al hombro. Y me alejé del palo”.
Luego de una pausa, continua repasando el momento. “Cuando yo quiero coger para la casa, veo que la casa se viene cayendo. Y salí con mis muchachos. Pero Dios me dio fuerza… Alejarme de la casa y de los palos porque los palos se veían que caían”.
La sociedad de ayer y hoy
“Yo pienso que según van los tiempos y nosotros no estamos cumpliendo con Dios que es él que nos tiene en esta tierra. Tiene que haber una parte de gente que haga lo que quiera”, reflexiona Lorenza al tiempo que considera que la sociedad ya no van a mejorar.
“En el tiempo de Trujillo no se atrevían a este bandidaje”, expresa.
Asimismo, indica que hoy día hay mucha gente violenta, y aunque hay más comunicación y tecnología, hay menos educación, tanta información sin una guía no sirve de nada.
“En mi tiempo las cosas eran más difíciles, porque había que buscarlas. No había nada”, sin embargo, manifiesta que la enseñanza del hogar nunca faltó.
“Las cosas ya no van a cambiar. No cambian. Porque los presidentes quisieran hacer una cosa y entonces el público hace otra. A mí me enseñán a respetar, que si usted es presidente yo lo respeto a usted. Pero, es todo el mundo que está en eso. Y hay mucha gente violenta. Por eso es que la cosa va como está”.
Vivir una pandemia
“Todavía yo tengo la punta de ese dedo adormida de cuando me dio la pandemia. Que ese dedo me se adormió entero. Y todavía ahí está adormio”, expresa Lorenza mientras señalaba su índice izquierdo.
”Esa no perdonada, pero como no me encuentró débil, porque soy amiga de comer y tengo mucho quien me de comida. No me tumbo. Yo sentí muchas cosas, pero todo eso pasó”, narra victoriosa tras haber vencido el virus del COVID-19.
Un año y medio después de la pandemia, sufrió un quebranto en la columna que le afectó la movilidad de las piernas.
“Me dio un dolor en esa pierna. Me tuvieron llevando a los médicos. Y he quedado que de ahí para abajo no sirvo. La columna es muy delicada. Se me adormecen los pies. No puedo pararme derecha, con las rodillas flojas. Pero, de aquí para arriba. Estoy sanita para comer y dormir. Ay, sí”.

La clave de la longevidad
La madre de Lorenza falleció a la edad de 126 años, ella le sobrevive a todos sus hermanos, quienes murieron de entre 114 y 102.
Al preguntarle cuál ha sido su secreto para llegar a 100 años, Lorenza asegura que se debe a una buena educación, luego una alimentación sana y, por último, tener hijos con una sola pareja.
“La clave si usted la quiere coger es no tener un hijo con uno y otro hijo con otro. Se murió mi esposo y yo me quedé sola… con mis hijos, esos son los que me mantienen y me hacen todo… y los nietos, y bisnietos y tataranietos toditos me buscan, los que están cerca”.
No espera llegar a vivir los años que vivió su madre, dice que ya ha visto suficiente, pero tampoco duda al decir que el amor en familia es lo único que necesita mientras siga en este mundo.
“¡Ah, Dios! Yo vivo feliz porque cuando viene un nieto o un tataranieto a verme, yo me lleno de gozo…porque yo no quiero que me den, es amor lo que yo necesito de familia”.
Ante la hipótesis de qué haría si volviera a nacer, a Lorenza se le ilumina el rostro al declarar: “si fuera cosa que volviera a nacer, fuera directo a mi iglesia. No salgo de mi Iglesia católica, que me encanta, porque el que no está en la iglesia, lo que aspira es a la maldad. Pero si usted está en una iglesia, le obedece a Dios”.
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