“Ese perro es igualito a su dueño”.  Es una frase que, aunque parece un comentario casual, tiene un respaldo más serio de lo que se pensaba.

Investigaciones recientes apuntan a que, en efecto, muchas personas tienden a escoger perros que se les parecen, ya sea física o emocionalmente, según recoge la investigadora Renata Roma de la Universidad de Saskatchewan, Canadá, en un artículo publicado en The Conversation.

Una revisión de 15 estudios científicos sugiere que existen similitudes entre dueños y sus mascotas en aspectos como la extroversión, la ansiedad y la sociabilidad.

La elección de un perro de raza pura que se asemeja físicamente a su dueño también es más común de lo que se cree. Incluso se ha observado una correlación curiosa: la longitud del cabello de las mujeres y su preferencia por perros con orejas largas o cortas.

Más allá del físico, la zona de los ojos juega un papel central en esta percepción. Un experimento reveló que, aun cuando se ocultan otras partes del rostro, las personas pueden emparejar con precisión a perros y sus dueños si pueden verles los ojos, lo que resalta la importancia de la mirada en la conexión humano-canina.

Las coincidencias no se limitan a la apariencia. Según la experta, también hay relación entre el índice de masa corporal de los dueños y el peso de sus mascotas. ¿La razón? Posiblemente un estilo de vida compartido: alimentación, rutinas y niveles de actividad física similares.

Pero, ¿por qué sucede esto? Una de las explicaciones podría estar en la evolución humana. A lo largo de nuestra historia, elegir compañeros con actitudes, valores y rasgos predecibles favorecía la cooperación y la supervivencia. Estos patrones siguen influyendo en nuestros vínculos actuales, incluso con nuestras mascotas.

Además, procesos como el aprendizaje por imitación, la regulación emocional mutua y el refuerzo de conductas podrían reforzar la similitud a lo largo del tiempo.

Así que la próxima vez que alguien diga que un perro se parece a su dueño, tal vez no sea sólo una broma, sino una conclusión científicamente acertada.

Fuente: The Conversation, RT en español.

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