
La dopamina nos da felicidad, pero también nos la quita
- 2025-06-05
- Autor: Katherine Matos
La dopamina, conocida como la “molécula de la felicidad”, es una sustancia que cumple funciones mucho más complejas que simplemente hacernos sentir bien, actuando como neurotransmisor e involucrada en procesos fundamentales como el control del movimiento, el aprendizaje, la motivación y las emociones.
“Actúa según dónde, cuándo, cómo y en qué cantidad se produzca”, detalla el profesor e investigador José A. Morales García Morales, de la Universidad Complutense de Madrid, en un artículo publicado por The Conversation, en el que destaca cómo esta sustancia puede tanto reforzar la memoria emocional como generar adicciones, influir en la personalidad o contribuir al desarrollo de trastornos mentales y neurológicos.
Según explica, la dopamina también regula funciones fuera del cerebro, como la motilidad gastrointestinal, la liberación hormonal, la presión arterial y la actividad del sistema inmune.
De Cupido al aula
Este neurotransmisor está especialmente activo en el llamado sistema de recompensa cerebral, que refuerza conductas placenteras y fomenta el aprendizaje emocional. Por eso, una lección acompañada de una experiencia intensa se recuerda más fácilmente que una información neutra. “Aprender provoca placer y la información se retiene más tiempo”, explica el investigador.
Además, se ha demostrado que la dopamina influye en rasgos de la personalidad. La cantidad presente en la amígdala cerebral puede determinar si una persona es más extrovertida, impulsiva o insegura. De hecho, quienes disfrutan de emociones intensas suelen tener mayores niveles de dopamina en regiones específicas del cerebro.
Motivación, adicciones y trastornos
La dopamina también tiene un rol fundamental en la motivación, ya que se libera no solo durante el placer, sino también antes de realizar una acción, impulsando la búsqueda de experiencias gratificantes. Esto explica su relación con las adicciones: desde las drogas hasta el consumo excesivo de azúcar o comida chatarra, pasando por conductas compulsivas como el juego o el uso de redes sociales.
El desequilibrio en la producción o captación de dopamina está asociado a diversas enfermedades. Un exceso puede desencadenar trastornos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, mientras que una deficiencia está vinculada a la depresión, el TDAH o la enfermedad de Huntington.
Un fármaco estrella para el Parkinson
La enfermedad más emblemática asociada a la falta de dopamina es el Parkinson, que surge por la muerte de neuronas en una región cerebral llamada sustancia negra. El principal tratamiento disponible es la levodopa, un precursor de la dopamina que permite mejorar el control motor de los pacientes.
Morales concluye que la dopamina es como Mary Poppins, “prácticamente perfecta en todos los sentidos”. Sin embargo, su influencia puede ser tan positiva como peligrosa, dependiendo de su equilibrio en el organismo.