Créditos agropecuarios crecen y llegan a RD$127 mil MM

Créditos agropecuarios crecen y llegan a RD$127 mil MM

El crédito al sector agropecuario dominicano alcanzó en diciembre de 2024 los RD$127,220 millones, evidenciando un crecimiento del 5.2 % con relación al año anterior. Esto no solo refleja la estabilidad y dinamismo del sector, sino también una priorización del financiamiento hacia actividades productivas agrícolas y ganaderas, claves en la seguridad alimentaria del país. El dato, contenido en el más reciente informe de la Superintendencia de Bancos, da cuenta de una expansión continua, con baja morosidad y costos de financiamiento más bajos que el resto del sistema.

El agro como prioridad de crédito: estructura y evolución

A diciembre de 2024, la cartera agropecuaria representaba el 10.6 % del total del crédito comercial del sistema financiero dominicano, confirmando la creciente atención de las entidades bancarias a este renglón estratégico. Desde 2020, el grueso del financiamiento ha estado dirigido al segmento de producción agrícola y ganadera, lo que implica una reorientación hacia las actividades que tienen mayor impacto directo en la producción de alimentos y generación de empleo rural.

Los datos también revelan una composición diversificada en los beneficiarios del crédito:

  • 42.3 % fue destinado a grandes empresas,
  • 24.9 % a microempresas,
  • 17.5 % a personas físicas vinculadas a la producción agropecuaria,
  • y el restante 15.3 % a pequeñas y medianas empresas.

Este comportamiento confirma que, aunque las grandes empresas siguen siendo las principales receptoras del crédito agropecuario, hay un porcentaje importante de recursos fluyendo hacia unidades productivas más pequeñas, que son clave para la economía rural y la equidad territorial.

¿Quién recibe el crédito y con qué condiciones?

El informe detalla que el 60.3 % de la cartera está concentrado en mayores deudores, es decir, empresas o personas con mayor capacidad de absorción financiera. Sin embargo, el 36.1 % pertenece a menores deudores, lo que muestra cierto grado de democratización en el acceso al crédito. Solo un 1.4 % del total corresponde a microcréditos.

Respecto al tipo de financiamiento, la mayoría de los recursos (63.1 %) se canaliza como préstamos comerciales, mientras que un 34.6 % corresponde a líneas de crédito y apenas un 2.3 % a otros productos financieros.

Un dato clave para entender la salud financiera del sector es el índice de morosidad: en los bancos múltiples fue de apenas 0.6 %, muy por debajo del promedio del resto de la cartera comercial. Esto indica que los prestatarios del sector agropecuario están cumpliendo con sus compromisos financieros, lo cual refuerza la confianza de las entidades para seguir prestando.

Tasas competitivas en un contexto de alta inflación

Uno de los hallazgos más relevantes del informe es que los créditos agropecuarios tienen un costo de financiamiento más bajo que otras carteras comerciales:

  • 12.9 % en moneda nacional
  • 7.6 % en moneda extranjera

Este dato resulta especialmente significativo en un contexto global de inflación alimentaria y alzas de tasas de interés, pues implica que los productores dominicanos están accediendo a condiciones más favorables para seguir produciendo y expandiendo sus operaciones.

Impulso al agro: ¿política de Estado o lógica bancaria?

Aunque el informe no entra en juicios de valor, es evidente que el crecimiento de la cartera agropecuaria también es el resultado de una política pública que ha colocado la seguridad alimentaria como prioridad, especialmente luego de los shocks postpandemia y la guerra en Ucrania, que impactaron severamente los precios de los insumos agrícolas.

El Gobierno ha apostado por una combinación de subsidios, acceso a financiamiento, y fortalecimiento de comedores económicos y compras públicas. Esto ha generado un entorno más favorable para la producción local, lo que a su vez estimula la demanda de crédito.

Por otro lado, los bancos han encontrado en el sector agropecuario un nicho de menor riesgo relativo, alto retorno y creciente formalización, lo que explica la disposición a seguir prestando a tasas más bajas y con buen desempeño de pago.

Si se mantiene esta tendencia, el crédito agropecuario podría superar los RD$135 mil millones en 2025, siempre que las condiciones macroeconómicas y climáticas lo permitan. No obstante, la expansión del crédito no puede verse en el vacío: es necesario garantizar que los pequeños productores no queden rezagados, y que el financiamiento vaya acompañado de asistencia técnica, innovación agrícola y mejoras en infraestructura rural.

En este sentido, es clave seguir monitoreando no solo cuánto se presta, sino a quién se presta y para qué fines, garantizando que el crédito no profundice desigualdades dentro del sector.

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