Deportados desde Estados Unidos: el retorno de quienes partieron de Sabana de la Mar en busca de un mejor futuro

Deportados desde Estados Unidos: el retorno de quienes partieron de Sabana de la Mar en busca de un mejor futuro

Sabana de la Mar, Hato Mayor. Cada semana, decenas de dominicanos aterrizan en Santo Domingo en vuelos de repatriación procedentes de Estados Unidos. Con ellos llegan historias de sueños rotos, familias separadas y proyectos truncados que iniciaron, en muchos casos, en comunidades costeras como Sabana de la Mar, desde donde partieron hacia Puerto Rico en arriesgados viajes en yola con la esperanza de alcanzar una vida mejor.

Según datos oficiales, en lo que va de 2025 unos 2,100 dominicanos en condición migratoria irregular han sido deportados desde distintas ciudades estadounidenses, muchos tras permanecer meses recluidos en centros de detención migratoria.

La travesía de Fausto Espino

Uno de esos dominicanos es Fausto Espino, padre de seis hijos, quien emprendió en 2017 su travesía en una embarcación artesanal hacia Puerto Rico, aprovechando la crisis social y la débil vigilancia tras el paso del huracán María.

“Todo el mundo corría para ir a Puerto Rico, había poca vigilancia”, recordó en conversación con la agencia EFE.

En la isla trabajó durante siete años como ebanista, además de realizar otros oficios que le permitieron enviar dinero a su familia en Sabana de la Mar. “No es lo mismo el salario de aquí que el salario de allá, aquí tienes que pelearte bien para ganar 5,000 pesos cada mes”, explicó.

Sin embargo, su sueño terminó cuando fue arrestado al llegar a su casa tras una jornada laboral. El proceso incluyó traslados por distintos centros de detención en San Juan, Aguadilla, Miami y Texas, hasta culminar en Luisiana, desde donde fue deportado junto a cientos de dominicanos en un vuelo fletado hacia Santo Domingo.

Luis Alberto Tejada: de la albañilería en Puerto Rico al regreso forzado

La historia de Luis Alberto Tejada, de 35 años, es similar. Partió de Sabana de la Mar en busca de oportunidades y logró trabajar durante dos años como albañil en Puerto Rico. Sus ingresos le permitieron mejorar la vivienda de su madre en la República Dominicana, pero su situación cambió con el endurecimiento de la política migratoria estadounidense.

“El único problema que tuvimos fue ahora con Donald Trump”, dijo Tejada, refiriéndose al aumento de redadas y controles que afectaron a los indocumentados.

Su arresto ocurrió de manera inesperada: mientras cambiaba unos cheques en un banco junto a otros compatriotas, agentes migratorios intervinieron. “Fue como si el banco hubiera llamado a las autoridades para que fueran a buscarnos”, narró.

Tras su detención fue llevado a Luisiana y luego al centro de detención de Krome, en Florida, donde permaneció quince días. “Es una carpa bien grande, dividida en dos, en cada lado hay 126 detenidos”, relató sobre las condiciones de encierro. Finalmente, fue repatriado en un vuelo con otros 200 migrantes.

Un retorno sin opciones claras

Ya de vuelta en su tierra natal, tanto Espino como Tejada enfrentan la incertidumbre. Mientras el primero busca retomar la ebanistería para sostener a su familia, el segundo intenta reincorporarse como albañil especializado en colocación de cerámica.

Sin embargo, ambos coinciden en señalar las limitadas oportunidades de empleo en Sabana de la Mar y en la necesidad de que se generen más fuentes de trabajo que eviten la emigración irregular.

“Ojalá se creen más empleos aquí para que los jóvenes no tengan que coger el mar otra vez e irse a Puerto Rico”, expresó Tejada.

Las historias de Espino y Tejada reflejan una realidad que se repite semana tras semana en la República Dominicana: compatriotas que arriesgan sus vidas en viajes irregulares, logran insertarse laboralmente en Puerto Rico o Estados Unidos, pero que terminan siendo deportados y obligados a reiniciar desde cero en sus comunidades de origen.