¿Qué países llegaron a acuerdos arancelarios con Trump?

¿Qué países llegaron a acuerdos arancelarios con Trump?

A pocas horas del 1 de agosto, fecha límite anunciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para imponer una nueva ola de aranceles, su administración ha logrado apenas avances parciales en una ofensiva comercial que prometía transformar las reglas del comercio internacional. Con solo dos acuerdos completos y varios marcos preliminares, la estrategia de Washington combina coerción arancelaria con promesas de inversión a cambio de concesiones bilaterales. El objetivo, según la Casa Blanca, es corregir desequilibrios históricos en el comercio exterior estadounidense. Pero las consecuencias reales —económicas y diplomáticas— aún son difíciles de calcular.

¿Qué se ha logrado hasta ahora?

Desde abril, cuando Trump anunció una política de tarifas recíprocas dirigidas a prácticamente todas las economías, la expectativa era cerrar 90 acuerdos en 90 días. Sin embargo, al 31 de julio solo se concretaron acuerdos plenos con el Reino Unido y Vietnam, además de marcos preliminares con otros socios estratégicos como la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y China.

Algunos de los puntos más relevantes:

  • Corea del Sur: Aceptó un arancel del 15% a sus exportaciones a cambio de comprar US$100,000 millones en recursos energéticos estadounidenses y transferencias de inversión bajo supervisión presidencial por US$350,000 millones.
  • Unión Europea: Se impone un 15% a un 70% de los bienes europeos importados. A cambio, se pactaron inversiones energéticas por US$750,000 millones.
  • Japón: Arancel reducido del 15% (era 25%). Tokio promete inversiones por US$550,000 millones y más acceso para productos agrícolas y automotrices de EE. UU.
  • Vietnam: Recibió el mayor beneficio: acceso sin aranceles para exportaciones estadounidenses, mientras sus productos enfrentan un gravamen del 20%. También se incluyó un impuesto del 40% a mercancías transbordadas, una medida dirigida indirectamente a China.
  • Filipinas, Indonesia y Taiwán: Negociaciones en curso, con acuerdos preliminares que contemplan rebajas arancelarias a cambio de eliminar barreras para bienes estadounidenses.

La presión sobre China y la guerra comercial contenida

Con China, la relación es más compleja. Un acuerdo inicial redujo los aranceles mutuos al 30% y 10% respectivamente. Sin embargo, la disputa comercial sigue latente. Estados Unidos busca acceso preferencial a minerales raros esenciales para su industria tecnológica, mientras que Beijing exige la eliminación de restricciones. Las negociaciones se trasladaron a Estocolmo, donde ambos países discuten una posible prórroga de la “tregua” comercial que expira el 12 de agosto.

¿Estrategia o improvisación?

Para Trump, esta ofensiva busca reposicionar a Estados Unidos como potencia manufacturera y energética. Sin embargo, la ausencia de acuerdos definitivos con la mayoría de los países clave, y la vaguedad de algunos compromisos, ha generado incertidumbre en mercados globales y críticas de expertos en política exterior.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, confirmó que parte del acuerdo con EE. UU. no es jurídicamente vinculante, y varias naciones, como Filipinas y Taiwán, aún están en etapa técnica sin compromisos concretos.

Más aún, muchos de los beneficios anunciados —como las millonarias inversiones extranjeras en suelo estadounidense— dependen de decisiones privadas que no pueden ser forzadas por decreto presidencial.

¿Qué viene después del 1 de agosto?

Con la fecha límite cumplida, aquellos países sin acuerdo enfrentarán aumentos arancelarios unilaterales, lo que puede desatar represalias y tensiones diplomáticas. Se espera un impacto inmediato en las cadenas de suministro globales, sobre todo en sectores como el automotriz, tecnológico y agrícola.

En paralelo, el unilateralismo comercial de EE. UU. podría debilitar organismos multilaterales como la OMC, y reforzar alianzas regionales alternativas, como el acuerdo Asia-Pacífico o el eje comercial euroasiático liderado por China y Rusia.

Un nuevo paradigma económico en construcción

La política arancelaria de Trump —diseñada bajo el principio de “reciprocidad dura”— representa un cambio radical respecto a la liberalización comercial de las últimas décadas. Aunque aún está por verse su impacto a largo plazo, queda claro que el comercio mundial ya no opera bajo las mismas reglas.

Según Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE. UU., “este es solo el comienzo de una nueva arquitectura económica basada en el interés nacional y la soberanía comercial”.

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