
¿Por qué importa que las áreas protegidas de RD estén en las montañas?
- 2025-09-02
- Autor: Joan Sebastian
La República Dominicana concentra más de dos tercios de sus áreas protegidas en zonas de montaña por encima de los 200 metros sobre el nivel del mar, según datos oficiales. Esto no es casualidad: esas altitudes concentran ecosistemas con altos niveles de endemismo y cumplen funciones clave para el país, como regular el agua, conservar los suelos y capturar carbono. En otras palabras, la ubicación altitudinal de estas reservas no solo protege especies, sino que asegura servicios vitales para la población.
Biodiversidad desde el mar hasta los picos más altos
El territorio protegido dominicano abarca desde manglares y humedales costeros, hasta el Pico Duarte (3,087 m), la montaña más alta del Caribe insular dentro del Parque Nacional Armando Bermúdez. Esta amplitud altitudinal explica por qué la protección de distintos pisos ecológicos es esencial para conservar la riqueza natural del país: cada franja de elevación alberga especies únicas y ecosistemas estratégicos.
- Alturas de 1,000 a 2,000 m: concentran el 25.07% de las áreas protegidas, donde predominan bosques nublados y hábitats de gran endemismo.
- Rango de 200 a 499 m: representan el 19.1%, con ecosistemas de transición que sostienen la biodiversidad y la agricultura.
- Zonas costeras por debajo de 100 m: el 22.44% del área protegida, donde destacan manglares, lagunas y humedales clave para la protección frente a huracanes y el aumento del nivel del mar.
Un escudo frente al cambio climático
Que la mayoría de áreas protegidas se concentren en zonas montañosas no es solo un dato ambiental. En esas elevaciones nacen las principales cuencas hidrográficas del país, que abastecen de agua a millones de personas, sostienen la agricultura y generan energía hidroeléctrica. Además, los bosques en altura capturan grandes volúmenes de carbono, un recurso vital en la lucha contra el cambio climático.
En contraste, los ecosistemas costeros protegidos —aunque menos extensos— resultan esenciales como barrera natural frente a tormentas y fenómenos extremos. De su conservación depende la resiliencia de las comunidades más vulnerables al clima.
El compromiso internacional: la meta 30×30
La planificación de las áreas protegidas no responde solo a prioridades locales. República Dominicana es firmante del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, que fija la meta de proteger al menos el 30% de la superficie terrestre y marina del planeta al año 2030.
Hoy, con un 25.6% del territorio terrestre bajo algún régimen de conservación, el país parece encaminado. Pero expertos advierten que el verdadero reto no es solo ampliar hectáreas protegidas, sino garantizar que se integren las zonas de mayor valor ecológico —incluyendo ecosistemas costeros altamente sensibles— y que exista un manejo efectivo que vaya más allá del papel.
La distribución altitudinal de las áreas protegidas revela la estrategia detrás de la conservación en República Dominicana: proteger las montañas asegura agua, suelos y clima; proteger las costas garantiza la resiliencia frente a desastres naturales.
En síntesis, los datos no solo hablan de porcentajes y metros sobre el nivel del mar. Reflejan cómo la geografía y la biodiversidad están directamente conectadas con la calidad de vida y la seguridad de millones de dominicanos.
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