
Créditos al agro crecen 242 % en una década
- 2025-07-30
- Autor: Joan Sebastian
En los últimos diez años, la cartera de créditos al sector agropecuario dominicano ha experimentado un crecimiento nominal acumulado del 242 %, alcanzando al cierre de 2024 un monto de RD$127,220 millones. Este aumento sostenido ha sido posible gracias a un conjunto de políticas monetarias y fiscales, dirigidas a dinamizar la producción rural a través de financiamiento accesible, incentivos estatales y mecanismos de liquidez rápida. Pero más allá del número, estos datos reflejan una transformación estructural: el agro ya no es solo el campo, sino un engranaje financiero clave de la economía nacional.
Un sector más sólido, apalancado por el crédito
Desde 2014, el financiamiento al agro ha evolucionado de manera constante, registrando un incremento absoluto de más de RD$90,000 millones. Solo en los últimos tres años, el crecimiento ha sido de RD$28,961 millones, impulsado por el acceso a recursos del encaje legal y facilidades de liquidez rápida (FLR) autorizadas por la Junta Monetaria.
Entre 2020 y 2024, los desembolsos al sector alcanzaron más de RD$42,982 millones, provenientes de dichos mecanismos de apoyo. Esto ha permitido sostener, incluso durante momentos de crisis como la pandemia, un flujo de financiamiento que ha contribuido no solo al crecimiento, sino también a la formalización del sector y la reducción del riesgo para las entidades financieras.
Producción vs. agroindustria: dos velocidades de crecimiento
Al cierre de 2024, la cartera de créditos se compone de 71,170 préstamos, con un predominio de la producción agrícola y ganadera (86 %) frente a la agroindustria y comercio agropecuario (14 %). Este patrón también se refleja en los niveles de crecimiento: mientras la cartera de producción agrícola y ganadera aumentó 59.1 % en cuatro años, la agroindustrial lo hizo en un 39.2 %.
Los créditos de mayor tamaño y complejidad, típicos de empresas agroindustriales, han crecido a un ritmo menor, en parte por las condiciones del mercado y en parte por políticas que han priorizado el apoyo directo a la producción primaria.
Estabilidad financiera y baja morosidad
Uno de los aspectos más relevantes es la calidad del portafolio agropecuario. Según la Superintendencia de Bancos, al cierre de 2024 la morosidad de los créditos agropecuarios en bancos múltiples fue de apenas 0.6 %, inferior al promedio de la cartera comercial total. Este dato refleja una gestión de riesgo eficaz y una mejora estructural en la salud financiera del sector.
También se destaca que el 74.8 % de los créditos agropecuarios tienen clasificación A o B, lo que indica alta probabilidad de cumplimiento. Esto contrasta con el 63.2 % registrado en 2014, lo que evidencia un fortalecimiento sostenido.
Más garantías, menor riesgo
El agro también presenta mejores niveles de cobertura de garantías:
- 57.6 % de la deuda agropecuaria está respaldada por garantías admisibles, 13 puntos más que el promedio de la cartera comercial.
- En la producción agrícola y ganadera, el 74.1 % del monto está garantizado, mientras que en agroindustria, solo un 34.6 % cuenta con respaldo formal.
Esto evidencia la preferencia de las entidades financieras por productores con garantías sólidas, pero también el desafío de seguir incluyendo a pequeños agricultores con menor acceso a activos formales.
Tipo de moneda y costo del financiamiento
A diciembre de 2024, el 81.2 % de los créditos agropecuarios estaba denominado en moneda nacional. Sin embargo, la agroindustria mantiene una mayor proporción de préstamos en moneda extranjera, debido a su integración con mercados internacionales y operaciones de mayor escala.
En cuanto a las tasas, el agro presenta costos de financiamiento más bajos que el promedio del sistema. Por ejemplo, en diciembre de 2021, la Tasa Promedio Ponderada (TPP) fue de 8.8 % en moneda local y 3.1 % en moneda extranjera, niveles altamente competitivos.
El crecimiento de la cartera agropecuaria no solo representa un avance en términos financieros. Implica también un mayor grado de institucionalidad, inclusión bancaria y sostenibilidad productiva en el campo dominicano.
El reto hacia adelante será equilibrar el apoyo entre pequeños productores y grandes agroindustrias, diversificar fuentes de financiamiento y garantizar que el crédito siga fluyendo incluso ante escenarios externos adversos. Como muestra la evidencia, el crédito puede ser una herramienta de desarrollo rural, si se gestiona con visión y responsabilidad.
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