Ataque letal endurece la postura de Marco Rubio contra Venezuela

Ataque letal endurece la postura de Marco Rubio contra Venezuela

Redacción. El ataque letal a un barco que, según funcionarios de Estados Unidos, transportaba drogas desde Venezuela podría haber supuesto un giro sorprendente en las relaciones entre los países, pero la creciente presión sobre la nación sudamericana ha definido gran parte del cuarto de siglo de carrera política del secretario de Estado Marco Rubio.

El principal diplomático del presidente Donald Trump, un exsenador de Florida, ha descrito a Venezuela como un vestigio de la ideología comunista en el hemisferio occidental. Rubio ha presionado de forma constante para la destitución de su líder, Nicolás Maduro; ha abogado por sanciones económicas e incluso ha defendido la intervención militar estadounidense.

“Creo que las fuerzas armadas de Estados Unidos solo deberían usarse en casos de amenazas a la seguridad nacional”, dijo en una entrevista con Univision en 2018. “Creo que hay un argumento sólido que se puede esgrimir en este momento: Venezuela y el régimen de Maduro se han convertido en una amenaza para la región y para Estados Unidos”.

Antes de entrar en el gobierno, Rubio había representado a un ala más intervencionista del Partido Republicano, que en ocasiones parecía estar en desacuerdo con la filosofía de “Estados Unidos primero” de Trump. Mientras el presidente ha prometido no más guerras en el extranjero, Rubio y otros funcionarios gubernamentales han advertido sobre más operaciones contra el narcotráfico en Latinoamérica, aumentando la presión sobre un adversario al que Rubio lleva tiempo tratando de confrontar.

“El presidente ha dicho que quiere librar una guerra contra estos grupos porque han estado librando una guerra contra nosotros durante 30 años y nadie ha respondido”, dijo Rubio a reporteros el jueves.

El historial de Rubio sobre Venezuela

Antes de ser nombrado secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, el senador de Florida ya había influido en la política estadounidense hacia América Latina durante el primer mandato de Trump.

Para Rubio, su interés en confrontar a los líderes latinoamericanos de izquierdas es personal. Sus padres son inmigrantes cubanos que llegaron a Miami en 1956, unos años antes de la revolución comunista de Fidel Castro en 1959. Creció en Miami, donde muchos cubanos buscaron refugio después del ascenso al poder de Castro.

Su crítica constante al comunismo le ayudó a ganarse el apoyo de miles de miembros de la diáspora venezolana que hicieron de Florida su nuevo hogar al huir de la delincuencia, los problemas económicos y la agitación con Maduro y su predecesor, el fallecido Hugo Chávez, quien asumió el poder en 1999 e inició su autodenominada revolución socialista.

Aunque Washington ha intentado superar su legado de la era de la Guerra Fría de interferir y desestabilizar gobiernos en el sur del continente, Rubio abogó con frecuencia por una mayor acción, yendo en contra de Chávez primero y después de Maduro. Vinculó la lucha del movimiento opositor allí con la de los exiliados cubanos.

Ahora, “ve una oportunidad para avanzar una política estadounidense mucho más agresiva hacia América Latina”, dijo Geoff Ramsey, un analista senior sobre Venezuela en el Atlantic Council en Washington.

Rubio compartió algunos de los primeros detalles sobre el ataque el martes, a pesar de ser una operación militar, publicándolos en redes sociales mientras Trump lo anunciaba brevemente en la Oficina Oval. La Casa Blanca dice que 11 personas fallecieron.

Un día después, señaló que “volverá a suceder” y afirmó que Trump tenía autoridad “en circunstancias urgentes para eliminar amenazas inminentes para Estados Unidos”.

“Lo que los detendrá es cuando los destruyas, cuando te deshagas de ellos”, dijo Rubio el miércoles durante su visita a México.

El Departamento de Defensa indicó el jueves por la noche que dos aviones militares venezolanos volaron cerca de un buque de la Marina, lo que calificaron como “un movimiento altamente provocativo” y advirtieron al gobierno de Maduro contra nuevas acciones.

La reacción dentro del movimiento de base de Trump al ataque de Estados Unidos ha sido bastante moderada, incluso de apoyo como un esfuerzo contra el narcotráfico, a diferencia de la división que surgió sobre la intervención estadounidense en el conflicto entre Israel e Irán.

Rubio pasó de rival a asesor de Trump

Después de que Trump superara a Rubio en las primarias republicanas de 2016 y llegara a la Casa Blanca en 2017, Rubio se convirtió en un asesor en la sombra y fue el principal impulsor de las sanciones contra altos funcionarios venezolanos por abusos de derechos humanos y vínculos con el narcotráfico.

En el Senado, muchos de los discursos televisados de Rubio y declaraciones oficiales se centraron en Venezuela. En 2019, dijo que había un “argumento convincente” de que la situación en Venezuela presentaba una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, citando la presencia del ejército del presidente de Rusia, Vladímir Putin.

“La enorme mayoría de los estadounidenses no quiere al ejército de Vladímir en nuestro hemisferio, y eso es precisamente lo que sucederá si Maduro permanece en el poder”, afirmó. “Eso por sí solo es una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”.

Muchos creían que Rubio estaba entre las voces que instaron a Trump a respaldar a un líder opositor para destituir a Maduro.

En 2019, mientras las fuerzas venezolanas sofocaban disturbios y un líder opositor instaba a otros países a intervenir, Rubio publicó una serie de tuits mostrando imágenes del antes y el después de líderes derrocados como Moammar Gadhafi, quien fue asesinado por combatientes opositores en 2011 en Libia, y el panameño Manuel Noriega, que fue derrocado en una invasión estadounidense en 1989.

“La historia está llena de ejemplos de tiranos que creen que son invulnerables y luego enfrentan un colapso repentino”, tuiteó después.

Estados Unidos es uno de varios países que no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela, con evidencias creíbles de que perdió las elecciones del año pasado.

La recompensa por la cabeza de Maduro también ha aumentado. Después de que en 2020 fuera acusado en un tribunal federal de Manhattan por cargos de narcoterrorismo y conspiración para importar cocaína, Estados Unidos ofreció una recompensa de 15 millones por su detención. El gobierno del expresidente Joe Biden la elevó más tarde a 25 millones, la misma cantidad ofrecida por la captura de Osama bin Laden.

El ejecutivo de Trump ha duplicado esa recompensa a 50 millones.

“Maduro NO es el presidente de Venezuela y su régimen NO es el gobierno legítimo”, publicó Rubio en X poco antes de ese anuncio del 7 de agosto.

Cómo ve Maduro a Rubio

Maduro ha descrito a Rubio como el arquitecto directo del aumento de buques de guerra estadounidenses en la región antes del ataque de esta semana.

“Señor presidente Donald Trump, tiene que tener cuidado porque Marco Rubio quiere que sus manos se manchen de sangre, de sangre sudamericana, sangre caribeña, sangre venezolana”, dijo Maduro a reporteros esta semana.

El mandatario venezolano afirmó que su gobierno mantiene dos líneas de comunicación con la administración Trump, una con el Departamento de Estado y otra con el enviado de Trump para misiones especiales, Richard Grenell.

La estrategia de Grenell parece ser adoptar un enfoque más conciliador, que ya se vio cuando Estados Unidos permitió al productor de petróleo Chevron reanudar la perforación en Venezuela y en la coordinación de intercambios de prisioneros y vuelos de deportación con el gobierno de Maduro.

“Creo que en el gobierno hay una división interna sobre Venezuela”, apuntó Elliott Abrams, que fungió como representante especial para Venezuela durante el primer mandato de Trump, añadiendo que Grenell aboga por una postura más suave. “Creo que Rubio está presionando por una línea dura contra Maduro, y gana algunas y pierde otras”.

AP