La República Dominicana avanza firme en su transición energética, al alcanzar un 24% de generación eléctrica a partir de fuentes renovables, gracias a la conexión de 37 proyectos de energía limpia al Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI). Esta cifra coloca al país a solo un punto porcentual de su meta del 25 % establecida para 2025 por la Ley 57-07, y en ruta clara hacia un 30 % para 2030.

Este progreso es resultado de una planificación técnica rigurosa impulsada por la Comisión Nacional de Energía (CNE), en conjunto con el Ministerio de Energía y Minas, y respaldada por un ambiente propicio para la inversión extranjera.

Durante los últimos tres años, la inversión privada en energías renovables ha superado los US$1,000 millones anuales, compitiendo incluso con el turismo como sector más atractivo. Este flujo de capital ha sido vital para fortalecer la cartera actual, que incluye 12 proyectos en construcción y otras 20 concesiones en proceso de cierre financiero.

Además, el país cuenta con una cartera de proyectos en desarrollo de 7,400 megavatios (MW), de los cuales 1,600 MW ya están en construcción, en línea con el Plan Energético Nacional 2022–2036, que prevé duplicar la demanda y la generación en la próxima década.

Para cumplir con el objetivo del 30 % de renovables al cierre de esta década, la República Dominicana deberá captar más de US$4,000 millones en nuevas inversiones, principalmente del sector privado. No obstante, el gobierno confía en que el marco jurídico, las subastas competitivas y los incentivos fiscales (como el net metering y exenciones de la Ley 57-07) seguirán atrayendo capital.

Más del 97 % de la población dominicana ya tiene acceso a electricidad, una de las tasas más altas de América Latina. En comunidades remotas, el suministro se garantiza mediante sistemas fotovoltaicos y mini-hidroeléctricos, cerrando brechas de acceso y mejorando la calidad de vida.

Implicaciones estratégicas: más que energía

• Económicas: Cada megavatio renovable instalado reduce la dependencia de combustibles fósiles importados, estabiliza las tarifas y fortalece la economía al liberar divisas.
• Ambientales: Las fuentes limpias permiten cumplir los compromisos climáticos, mitigar emisiones y apoyar el desarrollo sostenible.
• Sociales: Ampliar el acceso a energía moderna mejora la equidad, la salud pública y la productividad en zonas aisladas.
• Técnicas: Elevar la proporción renovable mejora la resiliencia del sistema ante variaciones climáticas o del mercado petrolero.

“La energía renovable no es fruto del azar”, afirmó Edward Veras, director de la CNE. Destacó que el crecimiento del sector responde a una visión clara, una política energética establecida y una sinergia efectiva entre el Estado y el sector privado.

El enfoque dominicano en energía renovable se consolida como un ejemplo de transición energética ordenada, con impactos positivos en lo económico, social y ambiental.