Huracán David: la memoria de un desastre que marcó a la República Dominicana

Huracán David: la memoria de un desastre que marcó a la República Dominicana

El 31 de agosto de 1979 la República Dominicana se estremeció con la furia del huracán David que, según estimaciones, dejó más de 2,000 muertos y un país sumido en la devastación. Cuatro décadas después, los recuerdos aún siguen vivos en aquellos que vivieron esta tragedia.

“Eso fue un desastre total. Ranchitos volando por los aires, gente corriendo de un lado a otro. Aquí en La 40 de Cristo Rey nos refugiamos en unos apartamentos en construcción, y gracias a eso nos salvamos”, relata don Ceferino Hernández Hernández, de 77 años, al recordar aquellos días de angustia.

La devastación en carne propia

Para Ceferino, que en ese entonces era un joven de 31 años, la furia de los vientos arrancando techos de zinc y volteando casas de concreto fue una experiencia inolvidable.

“El zinc hubo que recogerlo pedacito a pedacito, lo que quedaba. De cada diez casas, ocho se fueron abajo. La calle parecía una ruina”, describe con la mirada fija en el pasado.

No solo el viento trajo miedo. Los saqueos también formaron parte del drama. “Los ladrones aprovecharon la situación. Pero al mismo tiempo las autoridades mandaron guardias y se formaron brigadas de rescate con líderes de la comunidad”, recuerda.

“Cuando el ciclón arrancó con gusto y comenzó a caer el rancho, yo salí por una callecita a buscar a mi padre. Lo llevé a una casa en construcción, que estaba como a un 85 por ciento de terminación. Allí metí a mi familia y los dejé seguros. Luego regresé, con un poco de comida, a ayudar a sacar gente”, añadió.

Asimismo, rememora que junto a jóvenes de la comunidad se formaron brigadas improvisadas, para convencer a familias que no querían dejar sus viviendas:

“Decíamos: ‘Vamos aquí, que hay un señor que no quiere salir con sus hijos, vamos a sacarlos’. Y así lo hacíamos. Con mi familia ya protegida, yo me dediqué a ayudar”, manifestó.

Cuando el huracán David alcanzó categoría 5 sus vientos superaron los 250 kilómetros por hora. Se esperaba que tocara tierra por Barahona, pero en un giro inesperado entró al país por San Cristóbal, específicamente Nigua, causando estragos en el sur y en el centro del territorio nacional.

“Todo mundo se reía, como que nada estaba pasando. Es que nadie se imaginaba que eso generaría un impacto de esa magnitud”, dijo Hernández mientras imitaba las risas de sus vecinos en aquella época.

El fenómeno azotó con vientos, lluvias intensas y marejadas con olas de más de ocho metros, que dañaron puertos, cultivos, puentes, presas hidroeléctricas y sistemas de agua potable.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en provincias como La Vega se registraron más de 400 milímetros de lluvia, desbordando ríos y anegando campos enteros.

La comunicación: de la radio a la era digital

En aquellos años, el acceso a la información era limitado. La radio fue el gran aliado. “Aquí nos enteramos por Radio Mil. La gente buscaba la noticia pegada a un radio. Teléfonos casi no había, solo unos pocos vecinos. Las alertas llegaban, pero la gente no dimensionaba lo que venía”,explicó.

A su vez, destacó que hoy, la realidad es distinta. Los avances en el acceso a la información de manera digital en el Instituto Dominicano de Meteorología (Indomet) y el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) permiten un seguimiento minuto a minuto, alertas tempranas por celulares, redes sociales y televisión, y planes de evacuación coordinados.

El golpe a la economía

El huracán David no solo arrasó viviendas y vidas, también impacto la economía del país. Miles de familias perdieron sus casas, cultivos y medios de subsistencia.

“El Gobierno dio ayudas, pero no alcanzaba para todos. Nos daban una cama, una estufa… pero la mayoría tuvo que resolver por su cuenta. Yo compré mi alambre eléctrico y levanté lo poco que se pudo”, confesó.

Una lección que no se olvida

Más de cuatro décadas después, Hernández asegura que aquella tragedia fue también una escuela:

“La universidad que más graduados tiene es la calle. Aprendimos a sobrevivir, a organizarnos, a prepararnos mejor para lo que venga. Ahora, cuando anuncian un ciclón, sabemos que hay que guardar comida, agua y estar listos para resistir”.

Cuarenta y seis años después…  Hernández manifiesta que el huracán David sigue siendo, una herida en la memoria colectiva dominicana. Afirma que su paso no solo dejó ruinas, sino también la enseñanza de que la prevención, la solidaridad y la comunicación oportuna pueden salvar vidas frente a la fuerza implacable de la naturaleza.