Santo Domingo. En la comunidad 40 de Cristo Rey, dos servicios básicos como el agua potable y la energía eléctrica se han convertido en un calvario para muchos de sus residentes. Lo que debería ser un derecho garantizado, es un privilegio que llega a cuentagotas.

El agua potable debería llegar dos veces a la semana, los lunes y viernes, a partir de las 4:00 de la tarde, pero los moradores denuncian que la presión es tan débil que en la mayoría de las viviendas el agua no sube y en muchos casos el servicio no llega en absoluto.

El comunitario Juan Sierra, de 48 años, describió la situación como desesperante. “Se supone que el agua llega lunes y viernes, pero a veces no tiene presión y no sube. Cuando no llega, tenemos que salir a comprar botellones, galones o pagar un camión. Eso cuesta entre mi quinientos y dos mil y pico de pesos, dependiendo del tamaño”.

Para familias de escasos recursos, esta alternativa representa un gasto insostenible. Y en un tiempo de altas temperaturas, la falta del líquido multiplica la angustia: no solo está en riesgo la higiene y el bienestar, sino la salud de los residentes.

Adriano Gómez, de 67 años, señaló que la situación obliga a recurrir a la solidaridad comunitaria.

“Algunos vecinos que reciben un poquito de agua la comparten con los que no les llega. Pero el que no alcanza tiene que comprar camiones. El agua potable tiene que ser para todos, todo el mundo la necesita, entonces debe llegar ya a todos”.

Inestabilidad eléctrica

Como si no bastara con la precariedad en el acceso al agua, los moradores también enfrentan constantes fallas en la energía eléctrica, pese a estar en un circuito de 24 horas.

“Aquí tenemos luz 24 horas, pero cada rato se va. La pagamos, y aún así se va. Eso nos afecta en todo: en los negocios, en los alimentos, en la vida diaria”, agregó Gómez.

El agua y la energía no son simples servicios; son pilares de la dignidad y la calidad de vida. Sin agua no hay salud ni higiene; sin electricidad no hay seguridad, ni posibilidad de trabajar, estudiar o vivir con normalidad.

En la 40 de Cristo Rey, ambos derechos se ven comprometidos, sumiendo a las familias en un ciclo de incertidumbre y desigualdad.

Frente a esta realidad, los residentes realizaron un llamado al Gobierno y a las autoridades responsables para que atiendan una crisis que, según dicen, ya no puede esperar.

“Pedimos que vengan en auxilio de esta comunidad, que sepan que aquí estamos pasando una necesidad real. El agua y la energía no son lujos, son derechos. Y aquí en la 40 de Cristo Rey estamos clamando por ayuda”, expresó Sierra.