El senador, y uno de los principales precandidatos presidenciales de la derecha para las elecciones de 2026 en Colombia, Miguel Uribe Turbay continúa en estado crítico luego de haber sido víctima de un atentado con arma de fuego durante un evento político en Bogotá. Según el más reciente informe del centro médico Fundación Santa Fe, Uribe ha mostrado poca respuesta a las intervenciones practicadas desde su ingreso, lo que mantiene reservado su pronóstico y en máxima gravedad su estado clínico.

El ataque, ocurrido el pasado sábado en el occidente de la capital colombiana, dejó al senador con tres impactos de bala, dos de ellos en la cabeza y uno en la pierna izquierda. Fue trasladado de emergencia a la Fundación Santa Fe, donde fue sometido a procedimientos neuroquirúrgicos y vasculares. Posteriormente, fue ingresado a la unidad de cuidados intensivos, donde permanece luchando por su vida.

El comunicado más reciente, firmado por el director médico Adolfo Llinás Volpe y emitido este lunes a las 6:35 a.m., advierte que el paciente “ha tenido escasa respuesta a las intervenciones y manejos médicos realizados” y que su condición reviste “la máxima gravedad”.

Por su parte, la esposa del senador, María Claudia Tarazona, pidió oraciones a la población. A través de sus redes sociales, manifestó que “Miguel necesita un milagro” y agradeció las muestras de solidaridad, al tiempo que solicitó respeto por la privacidad de su familia.

Hasta ahora, un menor de edad ha sido detenido como principal sospechoso del atentado, pero las autoridades continúan indagando para determinar los posibles autores intelectuales del ataque. El hecho ha generado preocupación en el panorama político colombiano, donde la violencia contra figuras públicas sigue siendo una amenaza latente.

El ataque a Miguel Uribe Turbay no solo representa una tragedia personal y familiar, sino que también reaviva los temores sobre la seguridad política en Colombia en un momento de alta polarización y tensión electoral. El uso de un menor como presunto agresor sugiere la posible instrumentalización de jóvenes en estructuras delictivas o redes criminales, lo cual eleva el grado de complejidad del caso y sugiere una planificación premeditada.

La gravedad del estado de salud del senador también podría tener repercusiones en el tablero político, en caso de que su recuperación se vea comprometida, considerando su rol como figura pública activa y aspirante presidencial. Además, este episodio puede intensificar la discusión sobre la necesidad de reforzar los esquemas de seguridad en actos políticos y revisar los protocolos de protección para líderes nacionales.

La nación sigue a la espera de una evolución médica favorable, mientras las investigaciones avanzan en busca de justicia y esclarecimiento del caso.