La figura de Ercilia Pepín continúa brillando como uno de los pilares más sólidos de la pedagogía dominicana. Este 7 de diciembre, en el aniversario de su natalicio, se recuerda a una mujer que revolucionó la enseñanza, dignificó el magisterio y defendió con valentía los valores patrios y los derechos de la mujer.

Nacida en 1886 en Santiago de los Caballeros, Pepín comenzó su carrera docente a los 14 años, convirtiéndose en una maestra excepcional en una época en la que pocas mujeres tenían acceso a la educación formal.

Fue la primera dominicana en recibir el título de Maestra Normal y una de las voces más avanzadas en materia educativa y cívica de su tiempo.

Su visión pedagógica, influenciada por Eugenio María de Hostos y Salvador Cucurullo, impulsó una nueva forma de enseñar basada en el pensamiento crítico, la ética, la ciencia y el civismo.

Introdujo métodos innovadores que transformaron las escuelas: incorporó el dibujo, los trabajos manuales, la geografía evolutiva, los cantos coreados, el uso de mapas y globos, y fortaleció la importancia de los laboratorios escolares.

También instituyó el uniforme estudiantil y promovió un profundo respeto hacia los símbolos patrios.

Defensa a los derechos y a la soberanía

Más allá del aula, Ercilia fue una intelectual comprometida con la defensa de la mujer y de la soberanía nacional.

Durante las décadas de 1910 y 1920 se convirtió en una de las primeras feministas dominicanas, alzando su voz por la igualdad y denunciando injusticias sociales.

La sociedad dominicana como parte de los homenajes a esa gran educadora, ha realizado diversas actividades en reconocimiento a su labor educativa.

Su carácter íntegro la llevó a enfrentar incluso la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, que la destituyó en 1932 del Colegio México, por su postura patriótica ante el asesinato del opositor Andrés Bautista Perozo, profesor del centro.

Según estudios sobre la ocupación militar (1916-1924), Ercilia Pepín figura entre los “intelectuales nacionalistas” que se opusieron a la ocupación, comprometidos con el ideal nacionalista y la restauración de la soberanía.

Otra reseña biográfica indica que cuando EE. UU. invadió y ocupó el país en 1916, Pepín “asumió la causa de la patria” y “nunca claudicó en sus ideales, a pesar de las amenazas y advertencias del gobierno invasor”. Recorrió pueblos y aldeas orientando a la población, condenando a los invasores, e instando a la lucha por la liberación nacional.

Tras la retirada de las tropas estadounidenses en 1924, Ercilia Pepín encabezó el acto de izar nuevamente la bandera dominicana en la Fortaleza de San Luis, símbolo del restablecimiento de la soberanía nacional.

Su legado ha trascendido generaciones. Una muestra de ello es su reciente reconocimiento oficial como Prócer de la Patria, una distinción que reafirma su impacto histórico en la construcción de una escuela moderna y en la formación de ciudadanos conscientes.