Con un rival digno, para muchos inesperado, el Thunder de Oklahoma City terminó venciendo 103-91 a unos Pacers de Indiana que no se amedrentaron a pesar de la baja considerable que tuvieron cuando todavía no calentaba bien el partido.

La estrella de Indiana, Tyrese Haliburton, salió llorando al terminar lesionado en un movimiento para hacer ofensiva y esto cambió todo.

El drama se apoderó del tabloncillo y los fanáticos de los Pacers sentían ese mismo dolor y esperaban el consuelo de quien se pondría la capa del héroe.

El equipo local no iba a desperdiciar ningún momento, ninguna oportunidad de poder rematar, en la mente de su máximo exponente solo estaba un deseo: ganar.
Shai Gilgeous-Alexander fue por todo durante la temporada y solo le faltaba levantar el trofeo Larry O’Brien.

SGA culminó su temporada de MVP con 29 puntos y 12 asistencias y demostró que el mejor equipo de todo el torneo fue el mejor equipo al final, llevando el título de la NBA a Oklahoma City por primera vez.

El canadiense de 26 años está ahora en la cima del mundo del baloncesto. Es el jugador más valioso, el campeón anotado y, ahora, un campeón de la NBA junto con el MVP de las finales de la NBA.

Se convierte en el cuarto jugador en la historia de la NBA en ganar el MVP, el MVP de las finales, el título de máximo anotador y jugar para un campeón en la misma temporada. Kareem Abdul-Jabbar lo hizo una vez, Michael Jordan lo consiguió cuatro veces, y Shaquille O’Neal fue el último en entrar a esa fraternidad, hasta ahora.

En la otra cara de la moneda, Haliburton tendrá que recuperarse de una grave lesión.

Al final del partido estaba fuera del vestuario, con una bota ortopédica en su pierna derecha, apoyado en muletas, saludando a sus compañeros mientras salían de la cancha al final de su temporada. Hubo abrazos. Hubo lágrimas. El tendón de Aquiles fue el antagonista que surgió y ahora tendrá que repararlo durante toda la temporada muerta.

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